Thursday, August 10, 2006

aqui viene el otro

Caja de resonancia
Don Quijote en las urnas
Sandro Cohen

Lo último que se le habría ocurrido al ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, habría sido ir a votar, ser candidato a un puesto de elección popular o vigilar la marcha del sufragio ciudadano dentro de una casilla. La democracia no preocupaba al caballero más famoso de nuestra imaginación colectiva porque le tocó lidiar dentro de un sistema feudal, o por lo menos éste era el que traía en la cabeza, ya que la España de Alonso Quijano había trascendido el feudalismo, por lo menos formalmente.
Al caballero andante le interesa hacer justicia: proteger al débil, al indefenso; deshacer tuertos y castigar bribones y todos aquellos que se aprovechan de una posición de poder para medrar a costillas de quienes tienen o pueden menos. Para decirlo en términos modernos, don Quijote es una especie de vigilante en el sentido de “aquel que hace justicia por mano propia”. Pero a diferencia de los vigilantes actuales —como los Minutemen, en Estados Unidos, o los skinheads de Europa—, al Caballero de la Triste Figura no le preocupa ni la pureza de la sangre ni el nacionalismo. Sus intenciones y sus valores rebasan cuestiones tan mezquinas. El único problema radica en que aplica su visión —que es de lo más noble— a un panorama que ve mal: su vista echa a perder su visión.
Me pregunto si no somos todos como don Quijote. ¿De nuestra realidad, qué tanto vemos realmente? ¿Será cierto que comprendemos lo que sucede, o hacemos que nuestra vista, nuestro punto de vista, se adecue a la visión que ya teníamos? Está claro que don Quijote está loco, o por lo menos lo está a ratos, porque también hay muchas ocasiones a lo largo de la novela cuando se encuentra perfectamente cuerdo, tan cuerdo como el autor de sus días: Miguel de Cervantes Saavedra. Pero cuando enloquece, lo hace en serio y sin medias tintas. Y cada vez que enloquece, lo hace porque desea que la realidad exterior se apegue a los cánones de la suya, íntima. Lo que es obvio para todos los demás, para él es engaño, artilugios de hechiceros poderosos. Éstos, para el caballero, son de lo más nefasto: pueden hacer que dos rebaños de ovejas parezcan un par de ejércitos, o que odres de vino, gigantes. O al revés cuando no le queda otra sino reconocer la naturaleza de lo que tiene enfrente: los magos son capaces de que los gigantes se conviertan en odres, para así ocultar las evidencias verdaderas.
En el maremagno de escenarios políticos que los medios nos transmiten, nos toca una labor nada fácil: discernir qué es real y qué se adecua a los intereses o prejuicios de quienes —entre reporteros, anchors, patrocinadores y dueños de los medios— transmiten la noticia. ¿Vemos encuestas cuchareadas que en realidad son fidedignas, o como fidedignas, encuestas que realmente son cuchareadas? ¿López Obrador es la encarnación mexicana de Hugo Chávez, o es esta imagen producto de un maleficio mediático de Calderón? ¿Vemos monstruos que son un peligro para México, o son meros molinos de viento?
Habría que releer El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha antes de acudir a votar este 2 de julio. Nos hace falta una buena dosis de humildad y… cordura para discernir claramente quiénes son los jayanes, y quiénes se defienden de ellos, lanza electoral en ristre. No todo es lo que parece, y no todo lo que aparece, es…
pd: rescato otro texto que me parece interesante de un compañero mio de la universidad en www.esarubiadebilidad.blogspot.com

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